En la casa de Ramiro Juliá las cosas no son como eran. Desde hace 36 días, no tiene agua. Y cuando dice que no tiene, es porque las cañerías no transportan ni una gota. Se ha acostumbrado a comprar bidones para beber y para cocinar. A bañarse en la vivienda de algún pariente. A lavar la ropa en la de otro. Y a levantarse de madrugada a abrir los caños con una esperanza. Pero hasta ahora, eso siempre ha sido en vano. Así, las noches le resultan largas.
“Vivo en El Corte, en el kilómetro 14 de la ruta que conduce a San Javier. No tengo agua desde el 5 de noviembre. Dependo de la buena voluntad de los choferes de los camiones cisterna de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), que quieran llenar el tanque. Soy farmacéutico, tengo esposa y dos hijos de dos y cuatro años”, cuenta este vecino de Yerba Buena.
“Pero para la SAT -añade-, somos ciudadanos de cuarta. Todas las mañanas me dirijo a sus oficinas a reclamar: poco les importa. Probablemente inicie acciones legales”, dice. Ramiro quiso narrar su historia luego de que, el último sábado, leyera en las ediciones de LA GACETA la historia de Mónica Ruesjas y de otros habitantes de su ciudad, quienes padecen drásticas restricciones en el servicio de agua potable.
Por esta situación, unos 300 vecinos de los barrios Horco Molle, Imbaud, Telefónico, Batalla de Tucumán, Viajantes presentaron reclamos escritos en las oficinas de la SAT y en la sede del Concejo Deliberante yerbabuenense, pidiendo una solución.
Además, el concejal Mariano Campero (UCR) dejó una nota en la Defensoría del Pueblo, dirigida al titular de la repartición, Hugo Cabral, solicitándole que tome intervención en el asunto.
Según la SAT, los cortes de deben, entre otras razones, a que los pozos de captación bajaron sus rendimientos a causa de la sequía. En la compañía han elaborado un plan de contigencia, pensado para toda la provincia hasta 2017. El documento contempla obras a corto, a mediano y a largo plazo.
Las primeras consisten en la recuperación de fugas, en el repotenciamiento de pozos y en la realización de nuevas perforaciones, entre otras medidas. A mediano plazo, planean ampliar las redes de aguas y cloacas. A largo plazo, se prevé mejorar los acueductos existentes y construir más. También proyectan hacer reservas de almacenamiento y colocar 95.000 micromedidores.
A esto se le suma la acción del Ejecutivo municipal, que obtuvo, hace unos días, una extensión de los fondos del plan nacional “Más Cerca: Más Municipio, Mejor País, Más Patria”, para efectuar cuatro nuevos pozos, entre otras obras. El monto ha sido estimado en poco más de $ 4 millones. Estarán ubicados en las esquinas de las calles Higueritas y Guatemala, Higueritas y Venezuela, Thiele y Solano Vera y San Francisco de Asís, entre Pedro de Villalba y Los Ceibos.
Vasos vacíos
Aunque los habitantes de Yerba Buena no son los únicos desesperados. Tras la crónica publicada ese sábado, lectores de otras comarcas se pusieron en contacto con el diario, a fin de expresar sus opiniones o de contar sus casos.
Rogelio Bulacio, por ejemplo, dice que la falta de agua no es sólo una preocupación en Yerba Buena. “Vivo en el microcentro y padezco cortes los fines de semana, que a veces se prolongan durante tres o cuatro días. Cuando uno llama a la SAT para reclamar, le responden que van a enviar una cuadrilla. Me pregunto, ¿qué responsabilidad les cabe ante este exceso?”.
Carla Fenoglio, una vecina del barrio Juan B. Justo, en Villa 9 de Julio, expresa que allí todos los días sufren la falta del servicio. “Nadie se acuerda de venir por la zona, y mucho menos de solucionar este grave problema”.
“En el barrio Echeverría hace años que no hay agua. Tucumán está creciendo demográficamente, pero seguimos con sistemas antiguos”, añade Enrique Budeguer. “Creo que llegamos a esta situación, la cual seguramente empeorará, por la inoperancia, desidia, negligencia y corrupción de los gobernantes”, opina Víctor Molina, a través del sistema de comentarios de la salida digital.